Volvemos de nuevo con un breve pero merecido homenaje a otro de los ilustradores sin los que la CF jamás habría podido construir su cuerpo visual: H.W.Wesso.

Aquella circunstancia no le impidió dedicarse a lo que de verdad le gustaba. En 1910 se matriculó en la Academia Real de Arte de Berlín, ayudándose a pagar los gastos con la venta de caricaturas a una revista humorística. Unos meses después se unió a la marina mercante y se pasó dos años viajando por el mundo.
Pero en 1912 el hechizo de Estados Unidos hizo presa en él: saltó del barco en el que navegaba por el litoral de Nueva Orleans y nadó hasta la costa. Carecía de documentación alguna pero en 1913 logró la ciudadanía norteamericana. Se instaló en Nueva York, contrajo matrimonio y consiguió ganarse la vida como ilustrador comercial. Si alguna vez llegó a planteárselo, no hubiera podido dar marcha atrás: en virtud del Tratado de Versalles tras la Primera Guerra Mundial, su ciudad natal alemana pasó a formar parte de Polonia.
A finales de los años veinte comenzó a trabajar como ilustrador –tanto interior como de portadas-

Aunque nunca gozó de la popularidad de su colega de profesión Frank R.Paul, no son pocos los que prefieren su obra, más sofisticada desde el punto de vista artístico. En particular, sus composiciones –a menudo realizadas en acuarela- eran más abiertas, menos abarrotadas y más consecuentes con el efecto general buscado que las de Paul. Su estilo pareció adecuarse especialmente bien a los requerimientos visuales de la space opera, con un toque aventurero y romántico al tiempo que llamativo. Sin embargo, su arte de casi abstracta belleza no creció al mismo ritmo que la CF: resultó estar demasiado vinculado a los gustos de una época que iba quedando velozmente atrás.


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