jueves, 30 de enero de 2014

1953- EL MONSTRUO DE LOS TIEMPOS REMOTOS – Eugene Lourie




La posguerra no sólo trajo el deseo de levantar un nuevo mundo totalmente diferente al que había quedado atrás, sino también nuevas preocupaciones. Las dos bombas arrojadas por los norteamericanos en Hiroshima y Nagasaki con las que se puso punto y final a la Segunda Guerra Mundial, habían sido una demostración dolorosamente clara de lo que podía conseguir la ciencia aplicada a la guerra.

Siguieron años de silencio cómplice, pero no de ignorancia o inocencia. El poder de la bomba nuclear había sido desvelado y no había manera de escapar al bombardeo –nunca mejor dicho- de datos y hechos sobre su potencia destructora. Pero de alguna forma sí se produjo una especie de represión colectiva, entendida ésta como el proceso por el que deseos o impulsos inaceptables se excluyen de la mente consciente y se dejan operando a un nivel inconsciente.

Sin embargo, como todo el mundo sabe, estos sentimientos acaban emergiendo en la forma de pesadillas o, en el ámbito cultural, como ficción pulp o películas de serie B, productos que, por entonces -una época más inocente en la que incluso el entretenimiento para adultos tenía cierto tono infantil- era tanto como decir “ciencia ficción”.

lunes, 27 de enero de 2014

1950- CRÓNICAS MARCIANAS - Ray Bradbury





 
A medida que la ciencia ficción se consolidaba como género bien diferenciado y contó con sus propias revistas especializadas, los escritores empezaron a prestar más atención a la ecología de los mundos alienígenas que inventaban. Stanley G.Weinbaum, por ejemplo, fue uno de los pioneros en este aspecto y el Marte que imaginó para sus historias de los años treinta era algo más sofisticado que el planeta antiguo, frío y seco que la ciencia ficción llevaba años evocando.

Pero lo cierto es que Marte, como alegoría del mundo de la frontera del siglo XIX –papel también compartido en aquellos viejos relatos por un fantasioso Venus lleno de pantanos y vegetación- tenía un atractivo épico tan poderoso que tendía a dejar de lado cualquier exigencia de verosimilitud científica. Durante años, la seductora versión de Marte que Edgar Rice Burroughs imaginó para sus relatos de John Carter, un mundo de desiertos rojos y civilizaciones decadentes, generó imitadores más sofisticados; por ejemplo los relatos de C.L.Moore protagonizados por Northwest Smith (1933-1937) y, especialmente, el trabajo de Leigh Brackett, sobre todo sus historias de los años cuarenta y cincuenta recopilados posteriormente en “The Coming of the Terrans” (1967) y “Eric John Stark: Outlaw of Mars” (1982).

Las aventuras espaciales como las escritas por esos autores siempre sobrevivirán, puesto que es difícil imaginar otro género más adecuado a la hora de ofrecer grandes maravillas, desafíos insuperables y misterios de todo tipo. En la década de los cincuenta, por ejemplo, unos primerizos Poul Anderson, Robert Silverberg o John Brunner se estrenaron en la ciencia ficción firmando bajo seudónimos diversas space operas y romances planetarios. Pero también hubo escritores que contribuyeron a una mayor diversificación y el primero de entre ellos fue Ray Bradbury.

miércoles, 22 de enero de 2014

1987- SLASH MARAUD - Doug Moench y Paul Gulacy


Durante la década de los ochenta del pasado siglo, de vez en cuando, de forma aislada y tímida, las dos grandes editoriales norteamericanas de comic–book, Marvel y DC, se atrevieron a publicar miniseries o novelas gráficas de ciencia ficción. Aparte de éxitos puntuales como las adaptaciones de “Star Wars”, no se trataba de un género que hubiera resultado particularmente rentable para esas compañías y los editores, inseguros y sin saber bien qué hacer con todas aquellas colecciones y personajes, acabaron derivando la mayoría de unas y otros hacia los superhéroes tradicionales, que parecían despertar un mayor entusiasmo entre la legión de leales fans.

sábado, 18 de enero de 2014

1940- DOCTOR CÍCLOPE - Ernest B.Schoedsack


Los historiadores del cine de ciencia ficción suelen despreciar –y con razón- la década de los cuarenta como un periodo muerto en lo que al género se refiere. Secuelas de bajo presupuesto que exprimían ilustres personajes (el caso de Frankenstein fue flagrante) o seriales que flirteaban con el terror y la comedia, carecían del encanto, la genialidad o las aspiraciones de insignes predecesores. Esta pobreza creativa contrastaba con la efervescencia de la que los aficionados estadounidenses disfrutaban en el ámbito literario, donde estaba desarrollándose lo que se ha dado en llamar la Edad de Oro.

Hubo, no obstante, algunos productos, pocos, que consiguieron destacar gracias a su estilo o inventiva. Uno de ellos fue “Doctor Cíclope”.

martes, 14 de enero de 2014

1960- STAR HAWKINS




Aunque en la actualidad todo el mundo asocia la editorial DC Comics con los superhéroes, lo cierto es que el género policiaco ha formado parte de su universo desde sus comienzos. No en vano, Batman debutó en una colección con el revelador título de “Detective Comics” allá por 1939, y ya en aquellos tempranos años, las páginas de sus comic-books eran frecuentadas por detectives privados como Slam Bradley (1937), Speed Saunders (1937) o Larry Steele (1937).

Aunque durante los cuarenta y cincuenta nunca dejaron de tener cierta presencia en los tebeos de la casa (“Timothy Trench”, “Sierra Smith”, “Bobo the Detective Chimp”), fue a comienzos de los sesenta cuando el género pareció vivir una nueva edad dorada gracias a dos series de la pequeña pantalla. En septiembre de 1958, se estrenó “Peter Gunn”, creada por Blake Edwards y protagonizada por un Craig Stevens que encarnaba al detective del título: Un mes más tarde, aparece “77 Sunset Strip”, creada por Ruy Huggins, la primera serie de TV con capítulos de una hora de duración protagonizada por Efren Zimbalist Jr. y Roger Smith encarnando respectivamente a Stu Bailey y Jeff Spencer, dos antiguos agentes secretos reconvertidos en detectives de Los Ángeles.

viernes, 10 de enero de 2014

1940 - RELÁMPAGO EN LA NOCHE - Fred Allhoff



El 1 de septiembre de 1939, estalla la Segunda Guerra Mundial en Europa al invadir Polonia el ejército alemán. Era un conflicto que venía gestándose abiertamente desde hacía años y que, como hemos visto en este mismo blog, fue “predicho” por varios autores de ciencia ficción. El gobierno de Estados Unidos, a un océano de distancia, prefirió mantener ante la guerra una postura oficial de neutralidad, alineándose con el aislacionismo predominante en su población. El gobierno, no obstante, simpatizaba con la causa de Gran Bretaña y siempre que tuvo ocasión la apoyó con dinero y equipo.

Eran tiempos revueltos, ideales para que los autores especulasen sobre futuros en los que Estados Unidos se veía arrastrado a la guerra. Hemos visto ya en este libro múltiples ejemplos de ese subgénero, el de las Guerras Futuras y las fantasías de invasión, desde que en 1871 un militar británico jubilado escribiera la primera obra de esta modalidad, “La Batalla de Dorking”. Es un subgénero que, en épocas como las que entonces se vivían, tiende a dar cabida a meros propagandistas que, sirviéndose de la ficción especulativa, tratan de lanzar un mensaje en uno u otro sentido, ya sea avisando de los horrores de la guerra o defendiendo su entrada en ella.

lunes, 6 de enero de 2014

1998- ESFERA - Barry Levinson


Con la excepción de John Travolta, resulta difícil encontrar en la década de los noventa del pasado siglo una reentrada tan exitosa como la que disfrutó Michael Crichton. En los setenta, la carrera del escritor había obtenido un gran impulso con la adaptación cinematográfica de su novela “La Amenaza de Andrómeda” (1971), éxito que prolongó ocupando él mismo la silla de director en “Almas de Metal” (1973), “Coma” (1978) y “El Gran Asalto al Tren” (1979). Pero después, su estrella comenzó a declinar. La adaptación de su libro “El Hombre Terminal” (1974) no tuvo repercusión alguna y sus otras películas –“Looker” (1981), “Runaway Brigada Especial” (1984) y “Contra Toda Ley” (1989)- fueron ignoradas por completo.

viernes, 3 de enero de 2014

1987- ESFERA - Michael Crichton


 

En muchas de las obras de Michael Crichton es palpable la tensión entre sus dos facetas: la del escritor de ciencia ficción y la del autor de best sellers de fácil digestión para el gran público. Crichton fue un brillante estudiante de medicina en Harvard, donde se graduó con honores, aunque, desencantado por el ambiente hospitalario, más interesado en las intrigas de poder que en el cuidado de los pacientes, nunca aspiró a obtener una licencia profesional para ejercer y prefirió dedicarse a escribir. Sin embargo, de aquellos primeros años le quedó un interés por la ciencia que ya no le abandonaría hasta su prematura muerte en 2008.