martes, 3 de octubre de 2017

1998- COWBOY BEBOP (y 2)



(Viene de la entrada anterior)

Spike no es el tipo de persona que pueda comprender el alma ajena porque en el mundo de “Cowboy Bebop” nadie lo hace. Los diálogos consisten casi enteramente en fanfarronadas, mentiras y simple intercambio de información. Ed es la única excepción: ella siempre es sincera pero no deja de ser una caricatura y es por eso por lo que no interviene en los episodios de mayor carga dramática. Aun cuando todos ellos tienen una buena química y podrían haber formado un equipo sobresaliente de haberlo querido, no quieren conectar con sus compañeros y prefieren dar excusas y decir que no se comprenden el uno al otro. Spike y Jet infravaloran y desprecian a Faye por su manera de ser y por su condición femenina, pero ellos actúan de forma similar y exhiben los mismos defectos, a veces en el curso del mismo capítulo. En “Simpatía por el Diablo”, Jet acusa a Faye –y a todas las mujeres con ella- de manipulación, y ello justo después de que él regresa de una cena en la que había pasado el rato dorándole la píldora a un conocido para conseguir información clasificada. Acusaciones similares se le hacen a Jet por ser un hombre maduro y a Spike por ser manirroto y despiadado…aunque todos ellos comparten las mismas características.



La tripulación del Bebop nunca hace progresos como cazarrecompensas ni llegan a establecer los lazos pseudofamiliares que podrían esperarse en una serie de corte más optimista. Están, como se sugiere en “Bohemian Rhapsody”, malgastando el tiempo en mutua compañía porque sus respectivos pasados les han incapacitado para avanzar en sus vidas. Para Jet, su pasado le ha convertido en alguien cuyas creencias ya no tienen lugar en el mundo y cuya vida sólo es una espera pasiva a que esa autoimpuesta obsolescencia se diluya. Para Faye, su vida anterior es un misterio y prefiere buscar emociones intensas pero breves y vacías –como la propia profesión de cazarrecompensas o su adicción a las apuestas- mientras confía en recordar quién fue en lugar de establecer nuevas relaciones que le permitan encarrilar un mañana independiente del ayer. En cuanto a Spike, su pasado es todo él un gran error que no para de burbujear en su cerebro, un error que sólo podría enderezar el amor de una mujer que ha perdido para siempre. Por todo ello, el final del grupo, en el último episodio, no puede ser ni optimista ni esperanzador. Ni siquiera puede dejar a los personajes en una suerte de existencia congelada a bordo del Bebop, esperando quizá una nueva temporab. La memorable conclusión de la serie es exactamente eso, una conclusión. Sólo Faye y Ed terminan su viaje con ciertas perspectivas de hallar una nueva vida. 

Si los personajes son verdaderamente adultos, también su forma de desenvolverse e interactuar se aleja de la sobreactuación tradicional de tantos animes. Con la irritante excepción de Ed, cada interpretación está dominada por la sutileza emocional. La relativa frialdad que impera en las relaciones entre los protagonistas puede parecer algo repelente en los primeros diez episodios y esto puede suponer un obstáculo para aquellos que estén acostumbrados al tono más chirriante de otras series, pero al final es precisamente esa contención lo que les aporta una distinción y verismo especiales.

Esa frialdad se pone de manifiesto particularmente en la relación entre Spike y Faye. Ésta
carece de ataduras emocionales –puesto que piensa que tenerlas significará eventualmente perderlas y sufrir dolor-, pero a diferencia de muchos otros varones que va encontrando en sus peripecias, Spike no tiene interés alguno en aproximarse física o emocionalmente a ella. Esa situación, a su vez, proporciona a Faye un lugar, el Bebop, donde puede sentirse a salvo y sin la carga que supondría la existencia de tensiones sexuales con otro miembro de la tripulación.

Conforme se desarrolla su relación, no vemos drama ni confesiones de amor. Sus actos los definen. Al principio, ninguno de los dos movería un dedo por ayudar al otro, pero poco a poco esta indiferencia va cambiando. En un momento dado, Spike bromea con ella preguntándole si le ayudaría en caso de hallarse en un peligro mortal. Más tarde en ese mismo episodio, Faye hace precisamente eso…pero ninguno de los dos lo menciona. Ya cerca del final de la serie, cuando Spike debe elegir entre proteger a Faye y Jet
o encontrarse con Julia, su antiguo amor, decide la primera opción, cubriendo las espaldas de Faye en la lucha que ella va a librar. Ver cómo va cambiando la actitud del uno hacia el otro en el curso de episodios aparentemente independientes es uno de los puntos fuertes de la serie.

Ya comenté al principio que “Cowboy Bebop” parecía más un epílogo que una historia completa. Esto se detecta también en la cantidad de cosas que no se explican. Por supuesto, ello incluye el entorno futurista. ¿Cómo es posible que en 73 años (a partir de la fecha de su primera emisión) la Humanidad haya podido terraformar otros planetas, lunas y asteroides y, encima, dotarles de gravedad equivalente a la terrestre? Más que un problema de la narración propiamente dicha, esto constituye una frustración para el espectador que quiere saber más acerca de ese futuro y sus entresijos. La cosa es diferente cuando esos vacíos afectan
a los personajes.

Vicius, como némesis de Spike, es el principal villano de la serie, pero es un personaje lastrado por su falta de definición. Todo lo que se nos cuenta de él es que luchó en una guerra, se unió a una organización criminal, conoció y trabó amistad con Spike y ahora quiere hacerse con el control de esa mafia. De sus actos se desprende que es un individuo brutal y despiadado, pero poco más. Sabemos que Spike lo odia profundamente, pero tampoco se aclara por qué. En fin, es un “malo” de opereta, unidimensional y desaprovechado. Otro ejemplo es el de Faye. Despertó de su amnesia –con la mente totalmente en blanco- tres años antes de su encuentro con Spike y Jet. En ese tiempo, se ha convertido en una jugadora de cartas de alto nivel capaz de engañar a los casinos, una notable piloto que puede enzarzarse sin problemas en un combate espacial y una
igualmente eficaz artista marcial. Y todo ello, repito, en sólo tres años. No tengo nada en contra de que los guionistas dejen detalles sueltos o huecos que el espectador deba rellenar con su imaginación, pero aquí hay cosas que parece que ni ellos se han molestado en explicarse a sí mismos.

Otra característica definitoria de la serie es su música. Yoko Kanno (autora también de la partitura de “Ghost in the Shell: SAC” o “Macross Frontier”) compuso una banda sonora a base de música jazz. Ella y su grupo, The Seatbelts, improvisaron incluso algunos pasajes para material ya terminado justo en el estudio de grabación. La música en “Cowboy Bebop”, una mezcla de jazz y blues, no existe solamente como un mero acompañamiento realizado tras el proceso de realización del anime sino que forma parte de su misma alma, sosteniendo los diálogos y dando el tono emocional de
las escenas. Que Shinichiro Watanabe consideraba este apartado importante y definitorio queda demostrado por la decisión de nombrar cada capítulo con títulos de canciones famosas de todo tipo de estilos musicales, títulos que, por supuesto, daban pistas acerca del argumento que se narraba a continuación.

La calidad de animación es notable aun cuando algunos efectos digitales de la época (recordemos, fueron creados en 1998) no se pensaron para los soportes de gran resolución de que disponemos hoy y resultan un tanto artificiales. De todas maneras, “Cowboy Bebop” fue un programa que, teniendo en cuenta su ambientación espacial, limitó bastante el uso de efectos generados por ordenador, por lo que su aparición aquí y allá resulta tolerable. Seguimos
encontrando aquí los típicos frames congelados que permiten ahorrar dinero en la producción, pero ello queda sobradamente compensado por la calidad de la dirección artística y el diseño, que se cuentan entre lo mejor de su tiempo. Cada fotograma rebosa de detalles imaginativos y objetos de fondo. La arquitectura, las naves y vehículos están muy cuidados.

“Cowboy Bebop” es, en definitiva, una serie para aficionados a la CF que, más allá de la épica espacial, busquen un material menos ortodoxo, deconstrucción de géneros, exploración de temas diversos y narraciones apoyadas en los personajes. Fue todo ello y su buena factura estética lo que le granjeó una considerable popularidad, excelentes críticas y la consideración de ser uno de los animes más influyentes de la historia. Fue también la puerta de entrada de
muchos occidentales al anime, ya que se alejaba mucho de la inmensa mayoría de series animadas norteamericanas de la época y, al mismo tiempo, se distanciaba de los tics culturales más nipones de otros animes (de hecho, la serie cosechó más éxito en los Estados Unidos que en Japón).

Cuando “Cowboy Bebop” se centra en la trama principal de fondo, el desarrollo de personajes o la construcción de mundos futuristas, es un anime excelente que hace honor a su reputación. Cuando no es así –esto es, en los episodios de relleno-, se rebaja al nivel de tantos otros animes que mezclan comedia y acción. En cualquier caso, es una serie que merece la pena verse por su animación, su música y sus personajes.

En 2001, “Cowboy Bebop” regresó a la pantalla, esta vez la grande, con una película cuya trama podría situarse entre los episodios 22 y 23 de la serie regular. En ella, Faye está en Marte siguiendo un camión robado cuando éste, súbitamente, explota. La gente alrededor del mismo queda infectada por una extraña y letal enfermedad. Cuando se anuncia una gran recompensa a quien atrape al responsable del incidente, Faye, Spike y Jet se ponen en marcha y rastrean el paradero de un misterioso hombre al que se vio abandonando el lugar. Descubren que es un antiguo militar, Vicent Volaju, y que cuenta con el antídoto al nanovirus que causa la dolencia y con el que fue infectado mientras experimentaban con él en Titán. Obsesionado con la venganza, planea liberar muestras robadas de ese virus sobre las multitudes congregadas para contemplar el desfile de Halloween.

El film parece un episodio televisivo de la serie alargado y tratando de encontrar la forma de ajustarse al nuevo formato. En este sentido, recuerda algo a la primera entrega cinematográfica
de “Star Trek” (1979), en la que aunque los aficionados encontraron a los personajes de la serie éstos parecían perdidos entre la pirotecnia del espectáculo que se desarrollaba a su alrededor. “Cowboy Bebop”, la película, tiene el mismo problema. Sus personajes están fuera de su elemento, nunca llegan a integrarse en la historia tan bien como lo hacían en los episodios de la serie. Incluso contemplada en sí misma e independientemente de aquélla, la historia sobre un villano obsesionado por la venganza parece muy sobada y ni siquiera bien desarrollada en cuanto a su ritmo.

Claramente, las ambiciones de sus creadores (de nuevo Shinichiro Watanabe a la dirección y Keiko Nobumoto y Hajime Yatate al guión), eran superiores a las de hacer un film derivado de una serie. Parece haber un intento de sentida y melancólica meditación que recuerda al trabajo de, por ejemplo, Mamoru Oshii en “Ghost in the Shell” (1995). El último tercio de la película contiene algunas secuencias de acción espectaculares –el tiroteo en el monorraíl, las escenas con las naves despegando para detener el desfile y el enfrentamiento definitivo, en lo que parece ser una imitación de la Torre Eiffel, entre Spike y Vincent, en mitad de una lluvia de mariposas fruto de las alucinaciones y sobre un fondo de cielos dorados-. Pero al final se inserta una suerte de coda trascendental en la que el villano se pregunta si son las mariposas lo real y el mundo que le rodea una ilusión…o al revés. Al término de los créditos, hay una frase más: “¿Estás seguro de que esto es la realidad?”.

Por otra parte, “Cowboy Bebop”, la película, contiene todos los hitos propios del anime
moderno: acción a escala épica y destrucción masiva, la introducción de lo trascendente, la búsqueda desesperada de espacios interiores- pero de alguna forma parece forzado. Transmite la sensación no tanto de ser un anime de talla épica como de un formato prefabricado –la teleserie- tratando de ascender a las ligas mayores. Los momentos de introspección que se insertan en la trama no parecen estar relacionados con ninguno de los protagonistas. De hecho, no aprendemos nada nuevo sobre ellos y, en caso de no haber seguido la serie, ni siquiera quedan bien definidos. Por eso y tras el despliegue de escenas de acción con abundante uso de vehículos magníficamente diseñados, ese final metafísico con mariposas y preguntas trascendentales sobre la naturaleza de la realidad resulta pretencioso. De hecho, está relacionado con el final de la serie televisiva, cuyos dos últimos episodios, “Auténtico Folk Blues” (partes 1 y 2), versaban sobre los sueños y la muerte. Allí, Spike contaba su pasado y cómo necesitaba saber cuál era el “sueño”: su vida anterior con Julia o su vida a bordo de la Bebop. La película, por tanto, nos muestra cómo Spike, a través de su enfrentamiento con Vincent, aprendió a ver el mundo en esos términos. Pero todo esto implica que este producto solo tiene sentido como derivado de aquélla y no como una historia autónoma.

Es una lástima que las excelentes secuencias de acción (además de las mencionadas, cabe destacar la de kung fu que libran Spike y Electra en un pasillo) estén insertas en una trama
poco equilibrada. Los personajes se pasan la primera mitad de la película tratando de averiguar la naturaleza del arma biológica utilizada por Vincent en el atentado del camión, lo que se articula mostrando muchos paseos y largas conversaciones que no llevan a ninguna parte. Una vez que han descubierto en qué consiste el nanovirus, empieza la carrera por investigar cómo tiene previsto diseminarlo Vincent, algo que el espectador probablemente ya se habrá imaginado antes de la mitad del metraje, mucho antes en cualquier caso que los protagonistas.

Hay también demasiados pasajes forzados y personajes que se salen de su papel por razones
que no se explican. Por ejemplo, cuando Faye encuentra el escondite de Vincent y queda expuesta accidentalmente al nanovirus, el criminal, a pesar de que ha quedado claro que no siente ningún respeto por la vida humana, que mata con cualquier nimia excusa y que jamás ha visto a Faye, le da el antídoto y la toma prisionera. No hay razón alguna para semejante acto –más allá de que Faye, evidentemente, no pueda morir aquí puesto que sus aventuras continúan en la línea temporal de la serie-. Lo mismo ocurre con Spike. A pesar de hallarse totalmente a merced de Vincent, éste decide en un segundo dispararle sin matarlo y alejarlo fuera del alcance de la explosión. ¿Por qué?

En cuanto a la animación, tiene todas las virtudes de la serie y bastantes mejoras derivadas de
contar con un presupuesto más generoso. No obstante, sigue habiendo detalles propios de los animes de finales de los ochenta y primeros noventa que han quedado desfasados. Desde esa época, Mamoru Oshii y Hayao Miyazaki han subido el listón en todos los aspectos técnicos, desde la animación a los detallados fondos. “Cowboy Bebop” sigue teniendo algunos de esos fondos estáticos (mejores que los de la serie, eso sí) en los que lo único que se mueve es el personaje principal.

Como película independiente, “Cowboy Bebop”, la película, es una aventura con un argumento normalito, excelente música y buenas escenas de acción, pero gustará sobre todo a quienes ya conozcan la serie y sus personajes de antemano. Es, después de todo, más de lo mismo pero en pantalla grande y con más dinero.

“Cowboy Bebop” tuvo asimismo en Japón dos videojuegos para PlayStation y durante años se ha estado hablando de realizar una película de acción real por la que llegó a interesarse Keanu Reeves. En 2017 ha salido la noticia de que será Sunrise quien coproducirá una serie televisiva.



3 comentarios:

  1. hola, vi algunos capitulos de la serie hace unos años pero no me gusto, pero no sabia todo lo que estas diciendo, no me acuerdo bien, pero me parecio que no explicaban mucho, si hubiera leido esto quizas la hubiera visto mejor, da mucho sentido conocer de donde sale todo. mi idea es que para
    los realizadores importantes, llega un punto que quieren hacer las cosas como les gusta a ellos, y hacen tramas no tan explicadas, y con elementos metafisicos, para no ser iguales a los productos en serie, eso puede presentar dificultades al espectador medio o por el contrario, representar un reto y transformarse en un producto de culto,asi los agujeros de la trama, en vez de complicar podrian mejorar el producto. la estetica de la serie me gustaba, pero la trama no tanto, saludos.

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  2. La música la descose mal.
    La película me pareció innecesaria, como que suma poco, o nada, a la trama. Pero bueno, conozco a quienes les gustó más la película que la serie, tal vez por ser más breve y requerir menos atención.

    Gracias por los recuerdos,

    Saludos!

    J.

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  3. Gran reportaje. Empece de nuevo a ver Cowboy por Netflix(vi algunos episodios hace lustros) y queria contextualizar mejor la serie. Muy completo el reportaje

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